La bobina con las tomas de la ópera prima del genial director
El 22 de mayo la Cineteca de Matadero de Madrid presentó Too Much Johnson, película rodada por Orson Welles en 1938, tres años antes de Ciudadano Kane. El negativo aparece en agosto de 2013 en un almacén italiano que, después de restaurar, nos ha traído una cinta dada por perdida durante mucho tiempo y que el sábado 31 de mayo se estrena en España en la televisión por el canal TCM.
El montaje final de Orson Welles se quemó en su casa de Madrid en 1970 y lo que tenemos aquí es un mediometraje de 40 minutos donde se nos muestra la bobina con todas las tomas y todos los planos, que es mucho más que arqueología cinéfila. Una película incompleta, con un montaje irregular, pero donde se atisba la alargada sombra de Welles en muchas de las secuencias y planos.
Too Much Johnson se estrena en España para la televisión el sábado 31 de mayo por el canal TCM.
Too Much Johnson. Los primeros pasos de un genio
Primera película de Joseph Cotten (Ciudadano Kane – 1941, El tercer hombre – 1949) donde protagoniza una comedia muda que Orson Welles nunca concibió para ser estrenada como película, sino para proyectarla como un prólogo, el preámbulo de una obra de teatro homónima escrita por William Gillette. Fue debidamente restaurada en Holanda y en Estados Unidos y se proyectó en octubre de 2013 en la 32 edición del festival Le Giornate del Cinema Muto que se celebra anualmente en la región italiana de Friuli-Venezia Giulia.
En Too Much Johnson el actor Joseph Cotten es un playboy que, huyendo del marido de su amante, acaba embarcando rumbo a Cuba. Allí suplantará la identidad del dueño de una plantación. Es una alocada comedia muda que contiene todos los elementos del slapstick (del inglés «payasada» o «bufonada»), el género de continuas persecuciones, huidas y confusiones que hicieron célebres cineastas como Buster Keaton, Charlie Chaplin, Fatty Arbuckle, Harold Lloyd y Mac Sennett.
La huella del genio de Welles está presente en la cinta, con sus característicos planos contrapicados con elementos de fondo (edificios, palmeras) en vertical. Como tenemos todas las tomas en bruto es todo un placer ver cómo el director repetía las tomas a veces con el mismo encuadre y otras veces cambiando el plano. El manejo de la coreografía y la puesta en escena está sobriamente realizada, con escenas donde el elenco de actores se mueven como un coro.
La sensación que nos da la repetición de las tomas es como un río; vemos cambios, giros y remolinos pero sigue siendo el mismo río que fluye. También es destacable que la cinta se basa en elementos del pasado, el slapstick, y del cine que se estaba gestando desde Ciudadano Kane con el lenguaje singular de los picados y contrapicados característicos del genial Welles.
Hay escenas muy singulares como la toma donde dos actrices gritan y repiten el grito una y otra vez También se notan las tomas que después se descartarían: un baúl vacío que se abría, la mano que aparecía dentro de plano de algún miembro del equipo y similares errores típicos de una producción cinematográfica.
Los espectadores en el estreno pudimos disfrutar de la cinta acompañada de un concierto en directo de Remate, reconocido músico y compositor español que ha compuesto la banda sonora de la película por encargo de TCM. El compositor comenta:
Es una película muda, sin sonido y con tintes experimentales. La música ayudará a determinar el género de esta historia y ayudará a crearle un ecosistema. Es un reto difícil y apasionante, pero creo que hay que abordarlo sin vértigo a las alturas, ni al gigantesco aura del nombre de su director.
El evento de presentación de Too Much Johnson se realizó dentro de Las Noches TCM en Cineteca y fue presentado por Juan Zavala, en una sala de cine llena, con un público entregado que aplaudió largamente al finalizar la película. La experiencia fue sensacional. Si a la belleza de una sala de cine como la Cineteca de Matadero le añadimos una película de Orson Welles y un cuarteto musical en vivo, nos queda un cóctel exquisito No experimentaba algo parecido desde aquella vez en mis años universitarios de los años noventa, en la filmoteca de Valencia, con un maravilloso pase del Nosferatu (1922) de Murnau, con un pianista en la sala de cine.
Es esperanzador ver una sala de cine llena, más aún por una película muda.
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