Reseña de Haunted Houses (Casas encantadas), sexto episodio de True Detective.
Ahora ya sabemos por qué hay casas encantadas dentro de esas habitaciones cerradas que son las mentes de Rust, Marty y Maggie. Como el propio Nic Pizzolatto explica, el sexto episodio de True Detective enlaza con el tercero, The Locked Room. Las vidas de cada uno existen en su propia interioridad, con una o más habitaciones cerradas. Y, ahora, ya sabemos por qué las cosas se torcieron en el año 2002, y siguen las casas embrujadas en 2012.
Las personas suelen esconder monstruos en lo más profundo. Muchas veces no salen jamás, otras veces vemos sólo un atisbo. En el sexto episodio hemos visto liberados los monstruos de Martin, Rust y Margaret.
De las habitaciones cerradas salen monstruos.
¡Alerta espóilers!
El verdadero y único problema de Marty fue que él nunca se conoció a si mismo – Maggie
Marty se pone los guantes para darle una paliza a dos chavales que quisieron montar un trío, consentido, con su hija Audrey. Aunque eso le haga vomitar. Pero esa moralidad no le priva de acostarse con Beth, la veinteañera de la tienda de móviles a la ya conoció en 1995 en el Rancho de las prostitutas del segundo episodio y a la cual ya le pagó, por aquel entonces, «un adelanto» (como le soltó Rust).
Es significativo que Hart, para darle puñetazos a dos chavales cagados de miedo, se pone guantes, pero no hace lo propio con Cohle. Hart está mostrando lo extremo de su propia maldición, fuera y dentro de su casa. Como confiesa Maggie a Papania y Gilbough:
Bueno, Rust sabía exactamente quién era, y no había forma de convencerle de lo contrario. El verdadero y único problema de Marty fue que él nunca se conoció a sí mismo, así que nunca supo qué quería en realidad.
Quizás no sea de extrañar que Audrey sea tan precoz sexualmente, visto el panorama que su padre lleva desplegando en su casa durante años. O quizás, quizás… haya otro demonio dentro de esa habitación que es Martin Hart que aún no hemos visto.
El otro monstruo ha salido de Maggie. El propio director Fukunaga comenta que «es el personaje más emocionalmente inteligente». Ella conoce a su marido, y conoce los anhelos de Rust. Y ella se convence a sí misma para realizar algo drástico, execrable, para que Hart se aparte de ella y su familia; se sacrifica para hacer irreversible la separación de su marido… atropellando a Rust de por medio. Porque sabe que Marty no le perdonará jamás su escarceo sexual con Cohle. Como confiesa, entre lágrimas, una afligida Maggie a un arrepentido Rust:
Lo siento… pero gracias.
El último monstruo liberado es Rust Cohle. Hemos visto cómo, en otro de sus exitosos interrogatorios, le aconseja a la infanticida Charmaine, de corazón, que se suicide. Y ya le hemos visto ser muy convincente a la hora de tratar a criminales culpables, abatidos. Esto levanta muchas suspicacias respecto a un suicidio ya consumado: el de Guy Francis, en la cárcel de Abbeville. Una llamada telefónica y…
Cohle es el hombre más culpable del mundo, se siente responsable de todo debido a sus acciones. Al principio de la pelea no se defiende, se deja pegar, se auto castiga, como una penitencia. Pero sólo al principio. Cohle quiere llevar su culpa a su manera, y tampoco quiere que Hart le lleve al hospital. Porque Cohle también le guarda rencor a Marty, como quedó claro cuando le dijo:
No amigo. Sin mí… no hay un tú.
El hombre de las cicatrices, el gigante.
En el piloto nos hablaron de un «hombre alto», con marcas extrañas en la cara, hablando con Dora Lange. Ahora vuelve a salir ese personaje en la institución psiquiátrica donde está internada, con catatonia regresiva, Kelly, la joven que Martin y Rust rescataron de la cabaña de Reggie Ledoux cuando era una niña. Kelly le dice a Cohle:
El hombre de las cicatrices fue el peor. El gigante.
True Detective es una serie de detalles, donde estamos obligados a prestar atención. Y hay un detalle que es fácil que se escape, referente a un hombre con cicatrices en la cara, que aparentemente puede ser corpulento. Apareció brevemente en el episodio The Locked Room (La habitación cerrada). El trabajador que cortaba el césped en una de las escuelas abandonada de Tuttle:
Quizás sea una tontería. Pero las cicatrices en la cara, la escuela donde Cohle encontró los poliedros de madera iguales a las encontradas en el crimen de Dora Lange… Y un personaje que levanta susceptibilidades sólo con mirarlo.
Un juicio silencioso.
Las pesquisas de Cohle tras niños y mujeres desaparecidas, y su tanteo del reverendo Billy Lee Tuttle, en muy buena onda con las altas esferas, dejan su investigación puesta contra la pared por sus jefes. Esto le lleva a quedarse sin empleo. Si al cóctel le sumamos su dramática ruptura con su compañero Hart, ya tenemos el combinado perfecto para empezar a empinar el codo.
En el episodio sexto ya hemos dejado atrás el año 1995, y la narración ha saltado entre 2002 y 2012. Se han encadenado muy bien las dos líneas temporales, llevándonos al encuentro en 2012 entre Marty y Rust. Tras diez años sin hablarse, Hart y Cohle vuelven a encontrarse, cara a cara.
A mí ya no me cabe ninguna duda de que Rust Cohle está fuera de toda culpa, en lo referente a los crímenes de las mujeres y los niños. Porque entonces, ¿qué sentido tendría la investigación que está realizando en solitario? ¿para ocultar pruebas? Pero Martin parece no tenerlas todas consigo respecto a la inocencia de Rust, como nos demuestra el plano en el que comprueba las balas en su revólver tras su charla con Cohle en la carretera.
Maggie les dice a Papania y Gilbough, al hablarles de Cohle en 2002:
Rust era un hombre intenso, pero tenía integridad. Era responsable. No hay mucha gente responsable en el mundo.
Cohle no ha olvidado, y sigue cargando la culpa por sus acciones del pasado. El faro izquierdo de su camioneta que Marty rompió durante su pelea en 2002 sigue roto en 2012. Hay quienes cargan su culpa como si nunca la pudieran expiar, y el faro es muy elocuente al respecto.
La música sigue marcando la diégesis de la serie. Me encantan las series donde la banda sonora forma parte de la narrativa, como Breaking Bad, por ejemplo. Del episodio sexto destacaría la canción de Ike y Tina Turner, Too Many Tears in My Eyes, y la melodía de los títulos de crédito finales, donde la música llora al ritmo de las palabras Justicia silenciosa.
No dejaré de recomendar Inside True Detective – Episode 6, los vídeos de HBO donde Pizzolatto y Fukunaga comentan cada episodio. Canal+ también los emite, subtitulados y con voz en off.
Ya sólo nos quedan dos episodios para que termine esta obra de arte llamada True Detective…
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