El octavo episodio Form and Void (Forma y vacío) cierra la primera temporada de True Detective
Terminó la primera temporada de True Detective (en España la emite Canal+ Series) dejando perplejos a todos los que esperaban un final complejo ante una serie llena de entresijos y preguntas por cerrar. Una botella da forma al vacío que contiene, y en palabras del propio Pizzolatto, estas dos figuras no sólo sirven para ilustrar los conceptos opuestos que han fundamentado a toda la serie; representan el dilema al que se ha enfrentado Cohle a lo largo de toda la temporada ¿por qué seguir viviendo?
Muchos esperaban respuestas para todas las tramas y especulaciones vertidas y discutidas por las redes sociales, en una vorágine que no se conocía desde los tiempos de Lost. Pero Pizzolatto y Fukunaga sólo nos han dado respuesta a la pregunta más importante. Y esa pregunta no versa sobre la mano tras las muertes y desapariciones descubiertas 17 años atrás, bajo un árbol solitario en un campo de cañas de azúcar.
Una serie bien estructurada, de principio a fin
Warning!
¡Alerta espóilers!
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¡Alerta espóilers!No voy a emplear superlativos categóricos a la hora de valorar esta magnífica serie. Para mí, y en mi opinión, es una de las mejores series de la historia de la televisión que yo haya visto. Para otros, que no hayan pasado del piloto, True Detective es otra serie densa y aburrida. Y ahí está la gracia de la seriefília: para gustos, colores. Y yo soy daltónico…
Primero, los números: 3,5 millones de espectadores en EE. UU. con el último episodio, datos muy buenos que confirman la expectación creada. Pero todos sabemos muy bien que audiencia y calidad no suelen ir cogidos de la mano. A mí, personalmente, la audiencia sólo me preocupa de cara a las renovaciones/cancelaciones; no me aporta ningún baremo a tener en cuenta, ni en series ni en películas.
En España también ha tenido mucho éxito la serie ambientada en Louisiana. Canal+ organizó el pasado 15 de marzo un maratón de True Detective, emitiendo los ocho episodios seguidos, en dos salas de cine en Madrid y Barcelona. Todo un éxito… que yo me perdí, por encontrarme fuera de Madrid ese fin de semana.
El cierre de True Detective ha levantado ampollas, y por ello también citaré toda la polémica y la frialdad con la que ha dejado Forma y vacío a muchos, entre ellos a ilustres blogueros como Cecilia García («una serie notable con promesas incumplidas»), Lorenzo Mejino («Las expectativas y el hype que ha tenido la serie han sido excesivos«) y Alberto Nahum («True Detective tiene cosas fascinantes, pero también varias piedras en el zapato»). Os recomiendo encarecidamente leer las tres reseñas, junto al excelente análisis de Rodrigo Martín de El Cadillac Negro.
(Por cierto, se dice que la chica sonriente con el pendiente en forma de cruz que aparece en los aclamados y maravillosos títulos de crédito, que aparece en el minuto 1:06, es la ex actriz porno Sasha Grey…)
Todos los elementos de True Detective, desde la narración hasta la dosificación, no están hechos para todos los gustos. True Detective no es una serie para todos los públicos. Y aquí no quiero recordar la famosa cita de David Simon, uno de los creadores de The Wire. Sin demagogia, porque estamos ante una serie que no engaña; de ello se encarga el sello HBO. Y tampoco encontramos trampas narrativas o dramáticas, porque todos los elementos mostrados en la narración de True Detective encajan en la estructura de la serie, sin factores superfluos ni redundantes.
En sólo ocho episodios, True Detective se ha convertido en una serie de culto
En sólo ocho episodios, True Detective se ha convertido en una serie de culto, con Martin Hart y Rust Cohle convertidos ya en dos iconos televisivos en una temporada corta. Y sí, me atrevería a situarla ya en el Olimpo seriéfilo junto a Breaking Bad, The Wire y Los Soprano. De factura cinematográfica, la serie derrocha oficio y buen hacer de arriba abajo gracias a la historia y guión de Nic Pizzolatto, la realización de un soberbio Cary Joji Fukunaga (¿dónde te habías escondido?), la fotografía de Adam Arkapaw, la música de T Bone Burnett y un maravilloso elenco de intérpretes con Matthew MacConaughey, Woody Harrelson, Michelle Monaghan, y el resto de secundarios.
Otra antítesis de serie procedimental, donde resolvemos un solo caso en toda la temporada. No se cierran todos los interrogantes, a diferencia de Lost, que los cerró todos de forma chapucera, porque, y no me canso de recordarlo, en True Detective lo menos importante es conocer al asesino. Con todo, escribo este análisis con la conciencia de que todo el hype alrededor de True Detective dejará huella, y se seguirá hablando de la serie en años venideros; no estamos ante una de esas series que gustan mucho en un momento dado y luego se olvidan. Seguiremos escuchando los nombres de Rust y Marty…
En Carcosa
Finalmente sabemos quién está detrás del crimen de Dora Lange. El gigante de orejas verdes y rostro marcado por cicatrices y quemaduras, el hijo bastardo del sheriff Billy Lee Childress, cuyo cadáver aparece con la boca cosida y atado a una cama sin colchón. Por primera vez miramos y escuchamos desde la perspectiva de Errol, el monstruo detrás de algunos crímenes, no de todos.
Hart consigue encajar la última pieza de un rompecabezas que ha durado 17 años, gracias a una suspicaz observación referente al color verde de la casa de una de las víctimas. Porque, no lo olvidemos, aunque parezca que Marty ha estado a la sombra de la investigación, no ha sido así. Menos tenaz que Cohle, eso sí, pero igual de efectivo que su compañero a la hora de atar cabos. No olvidemos que también consiguió localizar a los moteros que traficaban la metanfetamina que cocinaba Ledoux, entre otras cosas.
Es gracioso que, al final, el Tax Man Cohle consigue localizar el domicilio de Childress… gracias a las declaraciones de rentas y las facturas de la compañía detrás de la casa pintada de verde
Como si hubieran sido dos niños que han envejecido sin dejar de ser pueriles, Errol vive con su media hermana, compañera y amante, en la antigua casa de la familia Childress. Quién sabe cuántas atrocidades habrán atestiguado los dominios de la desvencijada hacienda…
La conexión entre Reggie Ledoux y Dewall con Errol Childress, el asesino cortador de césped, está ya clara. Errol le dice a Cohle:
Bendeciste a Reggie… Dewall. Acólitos. Testigos de mi viaje.
Errol no parece sólo un trastornado que ha vivido una infancia perpetua con su medio hermana; ahora ya está claro que Ledoux y Dewall eran seguidores suyos. Ahora queda por saber si El Rey Amarillo es el propio Errol o, al más puro estilo de Psicosis (1960), su difunto padre, en quien se podría haber desdoblado su personalidad. La respuesta se la lleva el viento…
Me hubiera gustado que la mitología de Carcosa y el Rey Amarillo hubiera pervivido, mezclándose quizás con futuras temporadas de True Detective. Así seguiría el hilo de los poderes en la sombra que rinden culto a un paganismo sangriento, y se podrían conectar, de un modo lovecraftiano, todas las temporadas.
La visión de Cohle en el altar de Childress, aparte de inoportuna, no es más que una muestra de los ecos del pasado de estupefacientes y drogas del detective. Fue sorprendente… hasta pensé que iba a aparecer el mismísimo Nyarlathotep
El puzzle llamado Rust Cohle
Algunos han acusado a la serie de pretenciosa, demagoga, tramposa y falsamente profunda. Y que la trascendencia filosófica de Rust Cohle es banal, artificiosa y maniquea. O sea: están tirando piedras a, nada menos que, Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche. Porque el nihilismo, el existencialismo y la visión de la vida de Cohle no son más que las de Schopenhauer y Nietzsche. No lo digo yo: lo dice el propio Pizzolatto en la segunda parte de la entrevista en HitFix.
Cohle dice que religión y filosofía son narrativa catártica. Pero la usa para obtener confesiones de manera muy eficiente. Y con latas de cerveza y tabaco Rust recalca que lo que pensamos que somos, nuestra identidad, es la historia, es un cuento que nos contamos a nosotros mismos.
Hacia el final del episodio los dos actores protagonistas hacen un alarde de interpretación admirable. Woody Harrelson, un tanto arrinconado ante la larga sombra de su oscarizado amigo y compañero de reparto, muestra lo que vale. Me refiero a la escena en la que se desmorona en lágrimas ante su familia, la familia que ha perdido por sus mentiras y ceguera. El trabajo interpretativo de Harrelson a lo largo de la temporada ha sido admirable, natural y creíble.
Los dos personajes han evolucionado y se han modelado
Y después tenemos la tan criticada escena de la epifanía bajo las estrellas de Cohle, donde Mathew McCounaghey borda la interpretación. Se ha comentado mucho la escena, tachándola de simplona, moralista y cosas aún peores. Pero, no nos equivoquemos: Rust Cohle no se ha convertido en un creyente al final. Y no lo digo yo, lo ha dicho el propio Pizzolatto en la primera parte de la entrevista en HitFix:
Porque un aspecto en el que ambos hombres (Rust y Cohle) eran parecidos se encontraba en que ninguno de ellos podía admitir la posibilidad de gracia. Y no lo digo en sentido religioso. De la manera en que hemos dejado a Cohle, este hombre no ha hecho un giro de 180º, o nada parecido. Quizás se haya desplazado cinco grados, y la metáfora optimista que comenta al final no es sentimental: está puramente basada en Física.
Rust Cohle es, sobre todo, un hombre racional. Y, si bien es cierto que la Historia está inundada de racionalistas que han perdido el hilo al final de sus vidas, la supuesta epifanía del detective no es más que un instante de reconocimiento de algo que ha tenido oculto durante años, no expresado por palabras, como barrera para no perder la cordura: el inmenso amor que ha sentido, y siente, no sólo hacia su fallecida hija sino también hacia su padre.
Los dos personajes han evolucionado y se han modelado, reconociendo los errores cometidos y enfrentándose a los fantasmas del pasado. «No había nada más que amor» concluye Rust al final de la descripción de su experiencia mientras agonizaba. A lo que Marty le contesta «¿No me dijiste, una vez cenando, que solías inventarte historias sobre las estrellas?». El existencialista Rust encuentra consuelo y esperanza en el amor, y el cristiano Martin se nos muestra ahora como un realista. De esto ha tratado, en el fondo, True Detective. De Martin Hart y Rust Cohle.
Martin lamenta profundamente no haber podido ser un padre ni un marido ejemplar, y lo muestra de manera efusiva ante su familia, que no ha perdido del todo. Y Rust, pesimista y nihilista, muestra una luz de optimismo bajo la hermosa metáfora de las estrellas. Porque los dos detectives han estado en el infierno, han viajado por desolaciones inundadas de contaminación humana y ambiental. Pero, y aquí está la moraleja de la historia, que Pizzolatto tenía en mente desde el principio de la narración: la esperanza se abre paso.
Bueno, una vez sólo hubo oscuridad. Y si me preguntas, la luz está ganando – Rust Cohle.
Un detalle curioso. La escena final, según apunta Vulture, la ha sacado Pizzolatto de un cómic. Parece ser que Nic es un gran devorador de tebeos, a lo Sheldon Cooper.
El Rey amarillo
También se ha tachado a True Detective de estar inundada de distracciones y falsos amigos, de pistas, que se han perseguido y analizado al más puro estilo Lost, y preguntas que no se han cerrado. A saber:
- El Rey Amarillo y el culto pagano en torno a Carcosa.
- La teoría conspiradora alrededor de Childress/Ledoux/Tuttle.
- El comportamiento sexual de Audrey, la hija mayor de Hart.
- El papel del suegro de Hart.
- Las pistas múltiples: dibujos de espirales, corona en el árbol, etc.
- El reno, con gafas de sol y sombrero, escondido tras unos arbustos en la escena final en el hospital. Bueno, esta escena no la vio nadie, porque no ocurrió en realidad, pero ¿a que hubiera molado?
Hay una, muy esclarecedora, entrevista a Fukunaga en Vulture. El director dice que la mitología alrededor de Carcosa y el Rey Amarillo nunca han sido el centro de la trama, sino otra de las múltiples capas de la narración. La literatura de Robert W. Chambers, entonces, ha sido sólo circunstancial…
Respecto a las pistas que dieron mucho de qué hablar, como la corona amarilla que aparece en el episodio cuarto sobre la cabeza de Cohle, Fukunaga reconoce que dichas señales sólo fueron puras coincidencias. Y las muñecas en posturas sexuales de Audrey no son más que el resultado de un padre que ha desatendido a sus hijas. Incluso reconoce no recordar nada respecto a los dibujos con formas espirales en la casa de la familia Hart (quizás los responsables de atrezo se han tomado algunas licencias…).
El rodaje de la serie fue complejo. Y la maestría de HBO radica en que pasa, casi desapercibido, el coste en recursos humanos y técnicos empleados en en el resultado final de las producciones de la cadena de cable. Aquí os dejo el making of de la serie.
Al final no tenemos una serie sobre oscuros poderes sobrenaturales, con el gran Cthulhu surgiendo de los mares sembrando el caos y la destrucción a toda la raza humana. Como la define el propio Pizzolatto, True Detective es una serie sobre pensamientos sobrenaturales. Y el tema recurrente «el tiempo es un círculo plano» se materializa en la última secuencia rodada, en el árbol solitario de los campos de caña de azúcar, que fue también lugar de las primeras escenas rodadas de la serie.
El episodio, y la temporada, se cierran con otra excelente canción escogida por T Bone titulada «The Angry River (El río enfadado)» de The Hat ft. Father John Misty y S.I. Istwa:
Y así termina la primera temporada de True Detective, serie que formará una antología de distintas historias, personajes y directores diferentes en cada temporada. Las especulaciones ya han empezado sobre los futuros detectives de la segunda temporada, donde se rumorea, tras un tuit que el propio Pizzolatto borró, que podrían ser dos mujeres. Lo único seguro es que en la segunda temporada repetirán el propio creador de la serie, Nic Pizzolatto, y el alma musical, T Bone Burnett. Una pena que Fukunaga no siga en la serie; estaremos muy, muy atentos ante futuros proyectos de este excelente director, que ha sido la revelación de la serie.
No me puedo despedir sin la versión en castellano de True Detective Season 1 – Inside Episode 8, donde Pizzolatto y Fukunaga explican el episodio.
Esta primera temporada, como ya he dicho, ha creado un clásico televisivo. En mi opinión, por supuesto. Esperemos a ver si el tiempo me da la razón.
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