Neil Cross despide Luther con una tercera temporada esperpéntica.
La que fue en su primera temporada una maravilla llamada Luther, pasó sin emocionar en su segunda temporada para acabar, finalmente, por estrellarse en su tercera y definitiva temporada. Pero, ¿qué has hecho, Neil Cross?¿Cómo despides una serie brillante en su estreno con una vergonzosa tercera temporada? ¿Dos años hemos esperado a la tercera temporada para un guión que cualquier becario hubiera escrito en una tarde?
Hay cosas que duelen. Como el final de Lost. Como los cruasanes pegajosos que se preparan en España. Como la música hortera que tenemos que sufrir de los que llevan «tos pagaos» el móvil sin cascos, para que apreciemos su mal gusto. Luther ha sido cerrado de una forma torpe, que no se merece. Como Dexter…¡ay, Dexter…! Lo mismo podría decirse del descuartizador de Miami, serie vibrante en sus primeras cuatro temporadas que se ha cerrado con una aburridísima octava temporada.
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¡Alerta (algunos) espoilers!
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¡Alerta (algunos) espoilers!¿Qué hemos hecho para merecer esto?
Tras la primera temporada, Luther se coronó como serie de culto. Todo era redondo, desde la interpretación del complejo personaje DCI John Luther, interpretado por Idris Elba, pasando por los secundarios y llegando a una legendaria Alice Morgan.
En la soberbia primera temporada John Luther está metido en una tormenta emocional y laboral.
En la primera temporada descubrimos a un Luther genial y explosivo, con arranques incontrolables de ira y con una determinación obcecada por abrirse camino. El personaje y la narración durante la primera temporada sorprende por muchos motivos. Cuando parece que el DCI Luther va a salir por un sitio, te sale por donde no te lo esperas. Cuando debiera ser cauto y racional se muestra irascible y primario; en cambio, en las situaciones donde parece más natural que afloren los instintos humanos más primitivos, aparece un Luther frío, cauto, racional.
En la soberbia primera temporada John Luther está metido en una tormenta emocional y laboral; su amada mujer Zoe lo abandona y está siendo vigilado e investigado por Asuntos Internos. Si a este cóctel le añadimos la irrupción de ese personaje llamado Alice, tenemos una temporada sobresaliente.
Otro detalle sobresaliente de la primera temporada fue su banda sonora, abriendo y cerrando cada episodio con unas perlas musicales. Como el tema principal de la serie, de Massive Attack, titulado Paradise Circus:
La segunda temporada pasó sin pena ni gloria.
La segunda temporada pasó sin pena ni gloria. Por un lado, aunque el personaje vive (aún) más atormentado si cabe, ya no aparece inmerso en ninguna disyuntiva moral; John Luther está, sencillamente, metido en un pozo emocional del que no trata de escapar. Y, además, la aparición del personaje de Alice se hace muy puntual. El guión carece del brío de la primera temporada y la serie no se queda en la memoria.
Y entonces, tras un parón de dos años, llega esa chapuza llamada tercera temporada. Pero, ¿qué es esto? Todo se vuelve irreal, inverosímil y hasta chapucero. Nuestro protagonista vuelve a estar investigado por Asuntos Internos pero, no se sabe por qué, la investigación contra Luther se lleva desde oficinas desvencijadas en sótanos oscuros Pero bueno, ¿es que Asuntos Internos debe esconderse? ¿De quién se esconden? ¿Qué rencillas guarda con Luther el jefe de tan oscura unidad de A.I.? ¿Quién ha puesto a unos investigadores dentro de la propia policía con tan poca objetividad y criterio?
Tenemos algún momento brillante gracias al trabajo delante de las cámaras de Idris Elba y los excelentes secundarios de los que la BBC siempre ha hecho gala. Me refiero a la conversación de los detectives con los padres de una chica víctima de un ciberacosador, concretamente con Ken Barnaby, el padre, interpretado brillantemente por Lucian Msamati. La escena es muy emotiva.
Pero poco más tenemos en esta chapuza de tercera temporada. Y las chapuzas van a más… peleas sin mucho sentido entre Luther y su ayudante Justin Ripley, que parece que, de repente, descubre el carácter voluble de su compañero de investigación y se vuelve contra él para, ¡oh sorpresa!, cambiar (de nuevo) de opinión. Y el asesinato de Ripley seguido de una estúpida detención de Luther, sin ninguna evidencia, donde ni el propio detenido ni su jefe presente protestan… que llevan a la aún más ridícula irrupción de Alice Morgan.
Alice es fría, racional, calculadora y mortal en la primera temporada. Ahora aparece tonta, desarmada y torpe. Eso sí, con una vestimenta que recuerda a las villanas de los tebeos de los años 60. Todo lo que hace esta Alice en nada se parece a la de la primera temporada.
La banda sonora de la tercera temporada no llega a la calidad de la primera, pero nos cierran la serie con un formidable tema Never Gonna Give You Up de The Black Keys:
Y terminó Luther. Terminó de la forma que todos esperaban. Y eso es cerrar la serie de manera previsible, para nada en sintonía con la incertidumbre vista en la excelente primera temporada. No habrá más temporadas de Luther, pero sí una precuela cinematográfica que terminará justo en el momento donde empieza la serie. Y la serie tendrá un spin-off centrado en Alice Morgan, tal y como explica el propio Neil Cross en una entrevista a la revista Variety.
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