Zero Dark Thirty. El realismo oscuro de Kathryn Bigelow.

La realizadora estadounidense Kathryn Bigelow ha proporcionado otra bofetada al zeitgeist de EE. UU. y, por ende, a la cultura occidental, con Zero Dark Thirty (La noche más oscura)nominada con cuatro globos de oro. La película guarda claras similitudes con la excelente serie de televisión Homeland pero, mientras que la segunda es una soberbia ficción televisiva, la cinta de Bigelow está basada en testimonios reales de agentes involucrados en los hechos que llevaron a la caza y ejecución del enemigo público número uno de EE. UU. : Osama Bin Laden. La directora retoma el viejo tema de Maquiavelo ¿el fin justifica los medios?

Póster de Zero Dark Thirty (La noche más oscura)

Póster de Zero Dark Thirty (La noche más oscura)

Sin efectismos patrióticos, sin buscar la complicidad ni la aprobación del espectador, K. Bigelow narra casi como un documental los eventos que llevaron al asesinato del lider de Al-Qaeda por parte del Team 6 de los Navy SEAL en 2011. Todo gracias, entre otras cosas, a la tenacidad obsesiva de Maya, la inteligente y poco paciente agente de la CIA interpretada por la actriz californiana Jessica Chastain, quien ha sido nominada, entre otros galardones, a los premios SAG y a los Golden Globes. La película está basada en testimonios dados por fuentes de la CIA implicadas en los hechos, lo que ha acarreado una investigación por parte del Senado de EE. UU., dando a la cinta mayor credibilidad.

Seguramente, la producción, de haber caído en manos de otro director, hubiera apestado a maniqueísmo patriotero, como poco. Pero la directora da una lección de descripción cinematográfica, sin manipulación, de unos hechos que la Historia juzgará, que siguen brotando de la herida abierta que los espantosos atentados del 11-S abrieron y que nunca podrán cicatrizarse con odio, rencor y deseos de venganza.

Zero Dark Thirty - Los Navy SEAL Team 6 con "licencia para asesinar" legal

Zero Dark Thirty – Los Navy SEAL Team 6 con «licencia para asesinar» legal

Héroes y villanos, buenos y malos, justos y arbitrarios, todos se difuminan en un diálogo de sordos donde cada uno se ve justificado para emplear los medios que hagan falta para vencer. La película muestra una acertada narración que se hace sentir creíble, verosímil, que se siente real. Producen un profundo desasosiego y un nudo en el estómago no sólo las torturas utilizadas en los interrogatorios de la CIA, sino dónde se efectúan, en prisiones clandestinas escondidas ya no sólo en el lejano Pakistán, sino en Europa. Y todo bajo el consentimiento de sus gobiernos, en el nombre de la Democracia y la Libertad.

La directora plantea el arranque de la película de una manera muy acertada, mostrando en unos pocos minutos el horror que los extremos enfrentados perpetran sin pestañear. Dejan helado escuchar, bajo un fondo en negro, las grabaciones de las conversaciones telefónicas de las víctimas del 11-S: despedidas, miedo, desconsuelo, llantos de desesperación por gente que se está literalmente asando viva. No es necesario mostrar las Torres Gemelas en llamas. Para, a continuación, meternos de lleno en una prisión secreta de la CIA donde unos encapuchados se disponen a torturar a un implicado en los ataques, miembro de la red de Al-Qaeda. Es un frío, frío mundo… Claramente la directora no tiene intención manipuladora con el cambio de escenario, sino todo lo contrario.

Se hace mención a ataques de los grupos yihadistas en Pakistán, Arabia Saudí y (por supuesto) Londres. Pero es llamativo, e injustificable, que ni siquiera se mencionen los ataques suicidas en los trenes de cercanías de Madrid del 11-M. ¿Estaban desconectados de la red dirigida por Bin Laden? ¿no aparecen en la película porque no los citaron las fuentes de la CIA consultadas por Bigelow? Al-Qaeda, más que una organización, se parece más a una franquicia de la que todos los yihadistas quieren formar parte, y por ello es verdad que muchos de los atentados perpetrados por los radicales religiosos no fueron ni planificados ni ejecutados por la organización de Bin Laden. Pero eso no quita que ofenda la ausencia de mención a la tragedia del 11-M.

Jessica Chastain en Zero Dark Thirty

Jessica Chastain en Zero Dark Thirty

La protagonista hace una interpretación acertada del personaje de Maya. Tiene motivos sobrados para su obcecación, casi enfermiza, por cazar a Bin Laden y verle muerto. Hemos visto cómo evoluciona la agente, mostrando repulsa a las torturas utilizadas en los interrogatorios al principio, para acabar participando directamente en los interrogatorios. Y a Dan, el brutal interrogador, muy bien interpretado por el australiano Jason Clarke, nos lo muestran hasta humano y corriente en ciertas escenas, como cuando juega en las jaulas de los monos o  reconoce su agotamiento y su «deseo de volver a trabajar con corbata». La realizadora no justifica al personaje de Dan, sino que nos muestra la cruel realidad de cómo aparentes ciudadanos corrientes pueden ser torturadores, asesinos…

El personaje de Maya contrasta con Carrie Mathinson, la protagonista de Homeland interpretada brillantemente por Claire Danes, aunque guardan parecidos. Maya no llega a los paroxismos de Carrie (con trastorno bipolar), pero sí que comparten una obsesión, que es la que las empuja a seguir adelante y, al mismo tiempo, les da una firmeza y autoconfianza desbordada. «Yo soy la hija de puta que ha encontrado la casa» le espeta con rotundidad al director de la CIA, interpretado por James Gandolfini. Así de tranquila se lo suelta al mismísimo Tony Soprano :-D Para los seriéfilos Gandolfini no es el único rostro conocido. Jack, compañero de Maya y agente de la CIA, lo encarna Harold Perrineau, muy conocido entre los seguidores de la serie Perdidos por su interpretación de Michael. Y luego tenemos como consultor del Department of Homeland Security a Stephen Dillane, el Rey Stannis Baratheon de Juego de Tronos. Y otros muchos, que forman un elenco de secundarios peculiar: John Barrowman (Torchwood), Kyle Chandler (Saturday Night Live)… Y para los amantes de la música comercial (que para nada lo soy) tenemos que uno de los Navy SEAL es interpretado por el actual novio de Lady Gaga, Taylor Kinney.

Zero Dark Thirty - Maya, la sombra de una obsesión

Zero Dark Thirty – Maya, la sombra de una obsesión

El término «Zero Dark Thirty» proviene de la jerga militar de EE. UU. y se refiere a las 00:30, una hora en la madrugada donde no se distingue si es muy temprano o muy tarde, si estamos cerca del anochecer o está a punto de amanecer:

«0 dark 30» is a term commonly used by the military to refer to a non-specific time when it is dark outside, either very late or very early. However, the prevailing pronunciation is «oh dark thirty»

Y es precisamente ese momento de la noche donde tenemos la mejor parte de la película: la operación del asalto al refugio de Bin Laden. Aunque todo el mundo sabe cómo terminan los hechos, consiguen tenernos en tensión en la sala de cine, con una acertadísima puesta en escena envuelta de la apropiada banda sonora de Alexandre Desplat (compositor también de El discurso del reyEl curioso caso de Benjamin Button), el sonido de los helicópteros deslizándose a baja altura entre las montañas que unen Afganistán con Pakistán, la tensión  en los rostros del equipo de asalto… Toda la secuencia sucede casi en tiempo real, lo que añade un efecto de realismo de documental. Todo el asalto carece de los típicos efectismos heroicos de Hollywood… porque no hay heroísmo en lo que enseñan. Bigelow nos muestra al grupo de asalto sin intención alguna de preguntar: se limitan a disparar a todos los hombres que ven, apartando en lo posible a mujeres y niños, pero sin titubear al matar a una mujer que llora sobre el cuerpo de su marido que acaba de ser fulminado por los Navy SEAL. A Bin Laden lo muestran desarmado, cae abatido al abrir la puerta ante la pregunta «¿Osama?», para después ser rematado repetidamente. Recordemos que en la versión oficial Osama Bin Laden fue eliminado mientras se defendía con un fusil en las manos.

Maya vence, finalmente. Ha cumplido su objetivo de asesinar a Bin Laden. Su rostro inexpresivo cuando le muestran el cadáver de Bin Laden lo dice todo: el vacío tras culminar una venganza perseguida durante diez años. Pero en la secuencia final, cuando la agente se sienta en el C-130 Hercules, sola, camino de vuelta a casa, las lágrimas le brotan de los ojos. ¿Alegría, tristeza, rabia…?  La ley del «ojo por ojo» nos deja ciegos a todos.

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