Los regresos a las pantallas de Homeland en su segunda temporada y de Dexter en su séptima están salvando una estación que ha comenzado bastante floja respecto a los estrenos. En lo que llevamos de otoño hemos visto desde fiascos como Revolution (NBC) y 666 Park Avenue (ABC), pasando por las un tanto flojas Vegas (CBS) y Elementary (CBS), llegando a Last Resort (ABC), el mejor estreno de lo que llevamos de otoño. Y no hablemos del retraso de la cuarta temporada de Community por parte de la NBC, con fecha aún por confirmar, argumentando motivos de márketing.
Homeland
Ya he comentado el magnífico regreso de la séptima temporada de Dexter. Ahora toca hablar de la segunda de Homeland, la premiada serie en los pasados premios Emmy, que sigue manteniéndonos enganchados a los sillones, criando michelines.
¡Alerta espoilers!
La trama continúa tras los vertiginosos giros dramáticos que vimos en la primera temporada. La ex agente de la CIA Carrie Mathison sigue una vida monótona, plantando verduras que usa en su dieta vegetariana, después de salir de la clínica donde se sometió a terapia de electroshock tras su recaída de su transtorno bipolar, tratamiento que ha hecho que olvide el importantísimo detalle de Brody nombrando a Isaa, el hijo de Abu Nazir. Ahora ha desconectado de su trabajo y de su investigación sobre la cara oculta del ahora congresista Nicholas Brody, que parece tener ciertas dudas respecto a su cooperación con Nazir.
Algo muy interesante de Homeland es que juega con situaciones verosímiles desde el punto de vista de la realidad diplomática internacional. La segunda temporada comienza con la noticia del ataque selectivo de Israel a cinco supuestos centros de investigación nuclear de Irán, donde se procesa y centrifuga el uranio para poder enriquecerlo para, supuestamente, desarrollar armamento estratégico atómico. Los servicios de inteligencia de EEUU temen ahora una operación de venganza contra suelo estadounidense en respuesta al ataque. Recordemos que el pasado 28 de septiembre vimos al primer ministro de Israel Netanyahu hablar ante la Asamblea General de la ONU (a la que tantas veces ha ignorado y burlado Israel) de «la linea roja» que hay que marcarle a Irán para evitar (según fuentes israelíes) que el país de los ayatollahs tenga capacidad de producir armas atómicas el próximo verano. Homeland hace de una ficción de espías una aproximación muy fidedigna de la realidad, adelantándose a posibles eventos futuros. La diferencia estriba en que en la serie de la cadena Showtime nos muestra a un vicepresidente de EEUU más acorde con la línea del ex vicepresidente (y tan repudiado) Richard Cheney, antiguo mano derecha del ominoso presidente George W. Bush.
La segunda temporada nos tiene ya en vilo tras dos episodios. Carrie ha vuelto (involuntariamente) a la acción. Ha sido requerida para contactar in situ con una confidente suya en Beirut, Líbano, esposa de un lugarteniente de Hezbollah, que tiene información importante sobre un ataque a intereses de EEUU y exige hablar con Carrie… y sólo con Carrie. Muy en contra del criterio del veterano Saul Berenson, las autoridades deciden pedir a Carrie contactar con la confidente.
A pesar del evidente desasosiego con respecto a su dolencia mental, Carrie no pierde los papeles y parece no haber olvidado su instinto y pericia en las operaciones de campo. Es más: ella muestra su alegría por volver a trabajar y sentirse útil, a pesar de que vemos atisbos de recaída en su síndrome bipolar. Y así llegamos en el segundo episodio a lo que tanto están buscando las autoridades estadounidenses: una oportunidad para «neutralizar» al tan buscado Abu Nazir. Lo que ignoran es que tienen un topo en la esfera más alta de la Casa Blanca… y el plan resulta infructuoso debido al aviso que Brodi en persona, delante de las narices de la cúpula de la operación, realiza con su BlackBerry. Si es que los móviles son un arma de destrucción masiva…
Nicholas Brody tiene dudas. Y se las suelta sin tapujos a Roya Hammad (interpretada por la guapa Zuleikha Robinson), que es el contacto de Nazir en Washington D.C. Cuando Roya le pide a Brody cooperación para la operación de respuesta de los yihadistas ante el ataque de Israel, el ahora congresista responde:
«¡Yo no soy un terrorista!»
Con Brody dubitativo y Carrie de nuevo en acción, ya sólo nos queda el cliffhanger con el que cierran el segundo episodio. Saul descubre entre los papeles incautados a todo correr por Carrie en el piso del lugarteniente de Hezbollah el vídeo de confesión que Brody grabó para ser emitido una vez se hubiera inmolado en el búnker con el vicepresidente en la primera temporada. Recordemos que en el último episodio de la primera temporada Brody no encuentra el vídeo en el lugar donde lo escondió en un parque. ¿Por qué? y más importante ¿quién está detrás de la sustracción del vídeo? Quizás sea un arma por parte de Abu Nazir para chantajear a un dubitativo congresista…
El sargento Brody vuelve a estar en el punto de mira.
666 Park Avenue.
Una de cal… y otra de arena. La esperanza del regreso de Terry O’Quinn en la promocionada a bombo y platillo 666 Park Avenue no podría ser más decepcionante. Porque estamos ante una serie muy en la línea de La semilla del diablo pero, a diferencia de la gran película de Roman Polanski, donde dosifican la tensión y el suspense poco a poco, en esta rimbombante producción no hay ni dosificación del misterio, ni tensión, ni suspense, ni nada de nada. Ya en los primeros minutos nos quitan todo el misterio al mostrarnos cómo la casa devora literalmente a un ambicioso violinista. Y luego van introduciendo unos personajes demasiado estereotipados, poco interesantes e interpretados por actores y actrices con grandes carencias.
Terry O’Quinn, el que fuera John Locke en la mítica Lost (Perdidos), está correcto. Es un buen actor y sabe trabajarse sus personajes. Pero no se puede brillar donde guionistas y directores no hacen un trabajo adecuado. Será que estoy demasiado influenciado por la narrativa de H.P. Lovecraft, donde nos van dando poco a poco la tensión, el suspense, y donde al principio estamos tan ajenos al miedo y al horror como sus protagonistas, abocados a la muerte y a la locura. Si desde el primer minuto, como ocurre con 666 Park Avenue, nos muestran ya lo que les espera a los inquilinos del edificio, nos quitan toda la sorpresa y el misterio con el que pueden jugar con los espectadores con un guión y una puesta en escena adecuados.
Suelo dar el beneficio de la duda a los estrenos. No me gusta juzgar viendo sólo un episodio. Así me acabé enganchando a Fringe a pesar de que los primeros episodios no me atrajeron demasiado. Pero con 666 Park Avenue, al igual que he hecho con Revolution, dudo mucho que le dé una segunda oportunidad. Las dos son series con las que no hay que perder el tiempo.
6 comentarios
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no está tan floja, hay que expandir la mente y dar un poco de tiempo…yo voy descubriendo cosas nuevas
¿A qué te refieres? ¿a 666 Park Avenue? ¿a la temporada otoñal…? especifica un poquito…
No, me he tirado al humor y, para no tener críticas, te lo cuento por lo privado, jajajajaja
Pero sí, lo nuevo de otoño
Mejor haz las críticas en público, porque de aquí pasan al blog y las podrá comentar todo el mundo
Hector:
Iba a hacer un comentario de Homeland pero la serie supera mis expectativas. Tras el visionado del primer episodio de la segunda temporada, me parecía que íba,os a ver dos vidas paralelas y complementarias, las de Nicholas Brody y Carrie Mathison, uno un traidor convencido que vive a salvo porque todo lo que se dice en su contra parece no tocarle (p.ej. mi padre es musulman es acogido como una rabieta de una hija con ganas de protagonismo) y la otra una enferma mental que, a pesar de tener la razón la mayoría de las veces (por instinto o no) no es tomada en serio por sus problemas mentales (la CIA la quiere por lo que conoce, no por lo que es).
Tras el primer episodio parecían cos vías que avanzan paralelas hasta que alguna vez se encuentran y esto debía ocurrir en los últimos episodios. Ahora bien, el segundo episodio avanza todo una barbaridad. Los veteranos dudan de la palabra de Brody y de la explicación de la CIA a la muerte de Walker, empiezan las dudas. La intervención de Brody ha sido muy arriesgada y ya en el segundo episodio. Carrie ha conseguido material qeu compromete a Brody. Yo todo esto me lo podía esperar en los últimos episodios, pero no aquí. Y si se ve el avance del tercer episodio, las cosas van más embaladas (de bala de tiro y de bala paquete) todavía.
Creo que la serie ha cambiado de la forma que le pasó a Breaking Bad IV. La serie de la AMC tiene un ritmo lento, pero pasan muchas cosas, es muy densa. De Homeland no se puede decir que tenga un ritmo a lo 24, pero sí que es tan densa como la mencionada. A un ritmo medio-lento pasan gran cantidad de cosas. La primera tempora era más reposada.
En fin, lo mejor es disfrutarla y dejarnos de teorías.