Buscando a Mike desesperadamente.

En el segundo episodio de Breaking Bad emitido el pasado domingo tenemos la confirmación de que Walter White se ha difuminado y que el señor Heisenberg aparece sin su clásico sombrero negro. También han aparecido nuevos personajes que, según parece, darán que hablar. Hablemos un poco del segundo episodio titulado Madrigal.

Breaking Bad - Madrigal. Heisenberg y la ricina

Breaking Bad – Madrigal. Heisenberg y la ricina

¡Alerta spoilers!

Algo que he echado en falta en este episodio es un comienzo con esa historia paralela en forma de flashforward que vimos en la première de la temporada. Es una pena, aunque algo me dice que volverán a mostrarnos a ese Walter barbudo y con pelo que lleva una M60 escondida en el maletero de un coche. En el episodio que nos concierne tenemos a Heisenberg en todo su esplendor montando toda una pantomima ante un cándido Jesse que se derrumba con la culpabilidad que siente por haber «perdido» la ricina de manera tan tonta. Y todos sabemos cómo perdió el cigarillo con la cápsula venenosa.

Walter y Jesse "going forward"

Walter y Jesse «going forward»

El pobre Jesse se queda de piedra cuando «el bueno de Walter» le dice tranquilamente que «deben seguir adelante»; o sea, volver a la pesadilla de cocinar y distribuir la droga azul que tantas desgracias está produciendo. Pero para ello Heisenberg sabe que debe tener a Jesse en el bolsillo. Walter-Heisenberg es consciente de lo importante que es que Jesse nunca descubra la verdad: que Mr White se ha transformado en un monstruo capaz no sólo de matar a mafiosos, sino de envenenar a niños y eliminar a cualquiera que se interponga en su camino, novias entrometidas incluídas. Hagamos un breve recuento de las víctimas mortales del bueno de Walter White:

  • Emilio Koyama (envenenado con gas mostaza).
  • Krazy-8 (estrangulado con una cadena)
  • Jane Margolis (la novia de Jesse, que dejó que se ahogara en sus propios vómitos mientras dormia; Walter no hizo absolutamente nada por evitarlo)
  • Dos traficantes de droga rivales (los atropelló en el brillante episodio Half Measures de manera espectacular con su coche; a uno de ellos lo remató con un revolver de un tiro en la cabeza)
  • Gale Boetticher (muerto a manos de Jesse pero por orden de Walter en el magnífico cierre de la tercera temporada titulado Full Measure)
  • Gustavo Fring (¡boooom!)
  • Tyrus Kitt (¡boom!)
  • Hector «Tío» Salamanca (suicidio asistido mediante bomba «campana»… junto a Gus y su guardaespaldas Tyrus)
  • Dos matones de Gus (disparos de revolver a quemarropa)
  • Los 167 pasajeros del accidente aéreo de un 737 comercial con otro avión sobre Albuquerque en el episodio ABQ que cerró la segunda temporada. Walter fue responsable indirecto pues el accidente llegó como consecuencia de la muerte da Jean Margolis.

Algo que me tiene intrigado es el interés de Walter en Jessie. Ahora que Gus está muerto realmente no necesita al joven e incauto Jesse… ¿o sí? Podríamos pensar que Walter siente una unión parental sobre su ex alumno de Química (recordemos que Walter, adormilado, llama a su propio hijo «Jesse» en la cuarta temporada). Pero no nos equivoquemos: Heisenberg necesita a Jesse para algo más, por encima de frivolidades: lo necesita para atraer a Mike Ehrmantraut, como veremos.

La muerte de Gustavo Fring tiene ecos que llegan al otro lado del Atlántico, hasta la «altamente diversificada» empresa alemana Madrigal Elektromotoren GmbH, que no sabemos si sólo es otra conexión de Pollos Hermanos o si tenemos que el entramado del señor Fring es mucho más complejo de lo que llevamos visto. Las autoridades alemanas están investigando las conexiones millonarias de Gus. Y, en principio, el gerente de la empresa era ajeno, como asegura a la DEA, a los trapicheos de Peter Schuler, un ejecutivo con importantes responsabilidades dentro de la empresa, que acaba suicidándose (y podría sumarse a la lista negra de Heisenberg). Y aquí es donde aparece un nuevo personaje llamado Lydia, ejecutiva de Madrigal, que se pone muy nerviosa ahora que el imperio de «El Señor Pollos» se está desmoronando. Así descubrimos en un típico dining gringo cómo Mike discrepa notablemente con los planes de Lydia para salvar el culo. Me encanta el momento en el que Mike espeta:

«No se qué clase de películas has estado viendo, pero en el mundo real no matamos a once personas como forma de medida preventiva.»

El personaje interpretado por Jonathan Banks, tan feo como excelente actor, es mucho más complejo que un simple matón con conexiones. En la serie nos lo van descubriendo paulatinamente, poco a poco, dosificado como un buen vino de una añada con solera. Ahora sabemos que oficialmente tiene licencia de detective privado, que fue policía en Philadelphia, PA. Y que algo oscuro le forzó a dejar la placa (y no el revólver). En la escena del encuentro de Mike con Hank Schrader en las oficinas de la DEA se pueden cortar con un cuchillo las miradas que el ex mano derecha de Gustavo Fring le dispensa al cuñado de Walter. Y es que le tiene ganas: sabe que Hank es el responsable de que todo se fuera a pique justo cuando habían lidiado brillantemente con el cártel mexicano de Don Eladio. Y encima ahora la DEA le acaba de dejar sin su fondo de jubilación: los 2,5 millones de dólares depositados a nombre de su nieta en una cuenta en Suiza.

Heisenberg también ha perdido su fortuna. Por ello está decidido a volver al tajo y necesita a Mike para no cometer los errores del pasado porque, tal y como le explica al letrado Saul Goodman:

«Hay oro en las calles. Esperando a que alguien llegue y lo acapare.»

Walter y Jesse tienen un problema adicional, aparte de las reservas de Mike a unirse al plan de formar equipo con ellos para reconstruir la red de distribución de Gus: hay una carencia importante en el mercado de metilamina (el producto en los barriles de «la abejita»). Walter se niega a fabricarla (como Jesse propone) y quiere conseguirla ya elaborada para seguir con la pureza de su azul producto: no olvidemos lo cuadriculado y purista que el genial químico llega a ser. Y curiosamente dan solución al problema de una forma inesperada de la mano de Mike, cuando el calvo objeto de deseo de Walter tiene que lidiar con la Caja de Pandora que Lydia ha abierto al orquestrar infructuosamente la eliminación física de todo rastro vivo que la relacione con los tejemanejes de Gustavo Fring. A la pija ejecutiva de Madrigal la jugada le sale mal. Pero justo antes de que Mike le vaya a dar finiquito al asunto se le ocurre a éste preguntar a la mujer, revólver en mano, si ella tiene conexiones para conseguir metilamima… y de esta guisa Mike acaba confirmándole a Walter que pueden contar con él y sus orejas torcidas.

Este Heisenberg cada vez da más miedo. Miedo en lo que dice, en cómo lo dice y en las miradas cuando habla. Por ejemplo en las conversaciones con Saul. Con el único con el que no parece tener estas maneras es con Jesse: aparece como el Walter White inocente de la primera temporada. Pero obviamente, el Heisenberg que todos conocemos no pasa inadvertidamente ante su mujer Skyler, que en este capítulo la vemos verdaderamente aterrorizada ante la presencia de su marido. La escena en la cama es muy significativa, cuando Walter le explica con cariñosos besos a una atemorizada Skyler:

«Cuando hacemos lo que hacemos por buenas razones no tenemos nada de lo que preocuparnos. Y no hay mejor motivo que la familia.»

Heisenberg ya hasta habla como Vito Corleone. Habrá que ver con atención la evolución de Skyler: qué hará para salir de la situación en la que se ven envueltos ella y sus hijos. No olvidemos que ha demostrado ser una mujer inteligente que ha sabido actuar con decisión cuando ha  sido necesario. Y una buena madre hace lo que sea por el bien de sus hijos.

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