Anoche tuve sesión en los cines Ideal de Madrid. En una semana con una cartelera salpicada de porquería, con bazofias como «Harry Potter y la madre que lo parío» y otras aún peores que no citaré, la única opción posible era la última película del director mexicano Alejandro González Iñárritu con un título propio de Gomaspuma; hablo, cómo no, de Biutiful.
La sala estaba a rebosar. Gracias a que últimamente soy previsor, saqué entradas una hora antes debido al mal vicio de los españoles de llegar SIEMPRE tarde a las citas, lo cual que me deja esperando siempre como un tonto por mi vicio acuñado en EE.UU. de llegar puntual. Por ello no nos quedamos sin entrada ante tal lleno. Da alegría ver salas de cine abarrotadas ante películas no comerciales. Aún así la alegría duró poco.
El director Iñárritu es uno de mis realizadores latinos favoritos, tras la soberbia Amores Perros (2000) y la más que aceptable Babel (2006). Este director sabe narrar con el lenguaje cinematográfico las miserias humanas y los claroscuros de la existencia. Por eso la decepción fue grande, no total… pero cuanto más esperas de algo mayor es la caída tras la decepción.
En Biutiful se nos muestra (posiblemente) la Barcelona más fea, oxidada y orinada jamás rodada en cine. Nos muestra el lado oscuro de la inmigración, la explotación y hacinamiento de los inmigrantes ilegales del que nadie se libra (excepto los ilegales). Muestra todas las caras del tráfico humano: el propio inmigrante, el empresario que se beneficia de las condiciones del ilegal, el policía que hace ojos ciegos después de ser untado y, en el caso de nuestro protagonista Uxbal, el que trapichea en medio. El papel protagonista lo desempeña con soltura y oficio un excelente Javier Bardem, acompañado de unos más que aceptables secundarios. El realizador mexicano trabaja magistralmente la dirección de actores y actrices, eso es indiscutible. Y respecto a la puesta en escena sabe mover la cámara con un ritmo y dosificación adecuados a los entornos marginales al igual que ya hiciera en Amores Perros. Pero no todo su equipo técnico está a su altura… me refiero al pésimo trabajo en la edición de sonido llevados por un tal Roland N. Thai y una tal Vanesa Lorena Tate. Pésimos. Nefastos. Muchos diálogos no se entienden. Está claro que es más difícil entender conversaciones cuando los involucrados están susurrando o están en un ambiente con música hortera a toda caña… pero para eso está la edición de sonido. No se entienden bastantes locuciones, y otras veces la banda sonora (no la música ambiente) hace completamente exasperante el no entender un carajo. A la isla de perejil mandaba yo a clasificar moluscos al Roland y la Vanesa…
A pesar de la buena puesta en escena y la dirección de actores, la película no engancha. Y eso que en un par de escenas Iñárritu consigue emocionar mucho, llegando al corazón al igual que ya hiciera en anteriores trabajos. Y luego está el lado supuestamente paranormal. Y digo supuestamente, porque no se entiende bien el sentido de las escenas en las que Uxbal se comunica con el mas allá: ¿ensoñaciones despiertas?¿sueños, pesadillas?¿alucinaciones de un enfermo? Esta vaguedad cojea mas que Rajoy y Esperanza en una manifestación pro-Sahara libre. Lo que si me pareció un poco paranormal fue que durante la proyección varias personas abandonaron la sala. Hacía tiempo que no presenciaba abandonar salas de cine…
Desde luego sería cómico pensar en los responsables de turismo de la Ciudad Condal tras ver esta película. Sinceramente: se te quitan las ganas de pensar en dar una escapada a corto plazo a Barcelona al salir del cine. Creo no equivocarme al asegurar que no existe ni un solo plano decente de la ciudad, ni siquiera aquellos en los que se muestran algunos de sus emblemáticos monumentos. Iñárritu en este sentido consigue realmente meternos en los ojos de los protagonistas, personajes del barrio chino, en el barrio de El Rabal de Barcelona y otras barriadas nada turísticas. Aquí es donde se nota la mano y oficio del director Alejandro González Iñárritu como ya hiciera de manera semejante en el México D.F. de Amores Perros. Un realizador por los que se matarían los promotores turísticos de cualquier ciudad…
Hay que resaltar que esta es la primera película de Alejandro González sin su guionista habitual, Guillermo Arriaga. Quizás este sea el motivo por el cual Biutiful no deja buen sabor de boca. El guión escrito por el propio Alejandro junto a Armando Bo no está a la altura de los trabajos anteriores del tándem Iñárritu-Arriaga, y es una pena. Esperemos que en futuros proyectos volvamos a verlos trabajar juntos.
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