Recientemente he comenzado a disfrutar de una de esas series que tenía pendiente ver desde hacía demasiado tiempo. Me refiero a la que toda la crítica considera ya todo un clásico de la pequeña pantalla: The Wire (traducida en España como Bajo Escucha). Llevo ya vistos sólo tres episodios de la primera temporada y me pregunto ¿por qué narices no empecé mucho antes a disfrutar de esta maravilla?
The Wire (Bajo Escucha).
Iba a decir «de nuevo» la HBO nos sorprende con una serie policíaca… pero esta serie es de 2002. En el fondo me alegro de no haber disfrutado de esta producción en su momento ya que me permite apreciar cómo los años no pasan en balde y que en sólo 9 años la vida puede cambiar mucho más de lo que nos gustaría reconocer: los buscapersonas todavía existían, pocas personas usaban móviles (muy aparatosos, desde luego), las pantallas de los ordenadores eran gigantescas, en las oficinas todavía existían residuales máquinas de escribir… ¡ah, los tiempos, los tiempos!
Este clásico de la HBO no lo es en vano. Para empezar rompe con muchos moldes y clichés de las series policíacas. En la televisión los polis, los detectives y los juzgados resuelven casos a la velocidad de la luz, con una media de un caso por capítulo (léase: CSI o y esa cantidad espeluznante de basuras policíacas que abundan por la televisión como Bones, Castle, etc.). Está claro que el cine y la televisión necesitan su tempo: no estamos para ver crecer los Lirios del Valle ante nuestros ojos. Pero no es difícil imaginar que las pruebas no se consiguen en una tarde, que los sospechosos no se derrumban en la comisaría en minutos, que las escuchas pueden durar años… Y, por otro lado, la policía no es infalible: ni todopoderosa, ni omnipresente, ni benevolente. Todo esto lo destaca y describe con brillantez esta joya llamada The Wire.
Aquí tenemos narrado cómo se las ingenian en una investigación los detectives que no disponen de material adecuado para analizar la escena del crimen por culpa de los recortes y la limitación presupuestaria, muy lejos de los recursos científico-tecnológicos infinitos de los que disponen los criminólogos de series como CSI. Esta escena conocida como «The fuck scene» (episodio cuarto de la primera temporada: Old cases) no necesita subtítulos porque sólo se utiliza la misma palabra (en todas sus variantes) durante 4 minutos y 46 segundos: fuck. 
Soberbia la lección que brinda esta escena pues nos muestra que con ingenio y visión no se necesita a ningún Gil Grissom con su exquisito material millonario para resolver los puzzles del crimen. Y aunque esta escena se puede entender sin subtítulos… difícilmente se puede afirmar lo mismo del resto de la serie. The Wire emplea un lenguaje callejero, urbano, de la ciudad de Baltimore, MD. A mi me cuesta horrores entender la jerga empleada; no solamente hablo de los delincuentes afroamericanos sino también de los policías y detectives que no sólo hablan como barriobajeros, sino que encima lo mezclan con toda la jerga y acrónimos policiales («PC» = órdenes, «B of I photo»= foto reciente, «I.I.D.»= Asuntos Internos, «D.O.B.»= fecha de nacimiento, etc, etc., etc.). Obviamente NO voy a recomendar verla doblada al castellano; de sobra sabemos que el doblaje corrompe a la obra al ocultar una faceta interpretativa tan importante como es la voz de los intérpretes y encima resalta incongruencias cuando se mezcla en la escena el castellano con otros idiomas. Pero SI que recomiendo encarecidamente, en el caso de aquellos que entiendan el inglés, que incorporen los subtítulos en los dos idiomas: inglés (que es lo que hago habitualmente) y castellano (o catalán, o gallego…) para una mejor comprensión del inglés urbano.
Seguiré hablando de esta fenomenal serie a medida que vaya profundizando en la trama y en las temporadas, que son cinco. Pero ¡si hasta el cartel de la serie es una obra de arte!
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